El Madrid llevaba toda la temporada intentando el minuto 93 y tuvo que ser él, el criticadísimo Jacobo Ramón. Subió a la desesperada y alargó su pataje: gol. Agarró su camiseta, y no sé si besó el escudo. Confieso que la emoción me nubló.
Es un jugador al que se ha condenado quizás demasiado pronto. Esas condenas populares, esos juicios sumarísimos. Alguien dice: este es un petardo tras veinte minutos en un mal partido y todos deciden que lo es, con la habitual crueldad del español o del ser humano. Si al ver la tele miramos sin piedad, al ver la tele con el móvil somos la leche... Sin embargo, Jacobo, que no es telegénico y además se llamaba Jacobo Ramón, lo que recuerda a Borges, "O Gerardo o Diego", tiene algo, tiene hechuras, tiene potencial. Mide 1'96, creo, y es rápido, con una zancada ágil, ligera, multiplicativa y elástica. Yo creo que las condiciones biomecánicas (perdón) las tiene. Le falta peso físico, le falta agresividad, temple, poso, le faltan muchas cosas, sobre todo le falta creérselo, pero podríamos darle unos partidos al menos... Además, esa timidez, esa poquedad, llevan a simpatizar con él. Tiene que salir al campo pensando que es la Mamá de Tarzán.
Es verdad también que cantó una que paró Courtois, pero en el resto no estuvo mal. Parece que puede tener facilidad para superar línea y tiene buen desplazamiento de balón (el lenguaje del fútbol no es feo).
La cantera necesita paciencia porque de Valdebebas, que no es exactamente la Ciudad Deportiva, es otra época, salen alimentados con pelargón pero faltos de calle. Hasta Carvajal se tuvo que ir. Antes era raro que regresaran, ahora el canterano ha de descubrir su carácter. Necesitan un Erasmus para encontrar su yo.
Antes había fallado un gol Gonzalo, y temimos por su suerte tras lo de Víctor Muñoz. El gol de Jacobo hace mucho bien al colectivo canterano.
Había antes del partido dos noticias en parte relacionadas: la noticia judicial sobre Asencio y el proyecto de hub tecnológico en los terrenos del Madrid. Comentarlo prolongaría esto mucho...
El partido estaba desprovisto ya de dramatismo y, con ello, de sentido crítico. Hubo momentos en los que el Madrid era un diálogo entre la clase de Güler y la clase de Mbappé, que marcó su gol número 40 en un terreno que quizás no hubiera pisado de estar Vinicius. 40 goles en un año así, con coste de adaptación, es una barbaridad.
El portero del Mallorca tenía una de esas rachas de portero en el Bernabéu, como en las películas cuando el personaje moralmente mejorable va a Las Vegas y todo le sale. El Madrid no jugó mal pero todo se veía sub especie pretemporadis. El Mundialito, ¿es postemporada o pretemporada? Recuerda a esos meses que tuvo Zidane en su regreso a final del año.
El blanco de las camisetas del Madrid se manchaba de verde, un verde oscuro que transmite una sensación de dificultad más que de brega. En especial con Bellingham, que en lugar de llegar parece que ya ha llegado; no tiene estos meses el don de la oportunidad del llegador y parece más el regresador, el que vuelve, el que está viniendo o saliendo de un sitio no óptimo. Una sensación de fuera de juego personal. A los cracks del Madrid les ha ido cayendo encima una gafancia, una nube, les han puesto velas negras.
Vimos a Vallejo unos minutos. Se le coge cariño al futbolista. No es posible mirarlo como a un vividor. Tiene esa cosa de buena persona que tenía Pavón, es Pavón en el cuerpo de Moe, el del bar de los Simpsons. Tiene algo de talismán. ¿Y si se va? ¿Dónde irá? Uno imagina que los niños se pegan por su cromo, que lo consideran una especie de as de oro, de perro verde de los cromos; que gritan de alegría cuando les aparece Vallejo, el inédito, el misterioso, el secretísimo, el que falta para completar la colección. Que por un "Vallejo" se pagan cuatro Cubarsís.
Fran García sacó mucho su motorín, al apretar el esprín el balón se le abre y bota como unos puntos suspensivos, pero como esa gente libérrima que pone cuatro o cinco. La ira se ha transformado en reconocimiento. El hombre al menos se lo curra. Corre con honradez.
¿Es triste resignarse? ¿Nos ha vencido? ¿Nos ha derrotado Fran García? Pues probablemente... Nos hemos acostumbrado.
Y bueno, mucho se podría decir del partido, pero mejor no cansar al improbable lector y amigo que llegó hasta aquí. Son ya muchos partidos este año, mucha lata dada. Apetece más leer sobre el hub de Florentino. El Madrid abre su césped como un averno, trae la NFL y puede crear Silicon Valdebebas. Con este panorama, la verdad, fichar un central era un atraso, cuando no una ordinariez.
Desde el gol de Ramos, todas las Champions ganadas por el Real Madrid con Ancelotti han venido colgadas de finísimos hilos. Para llegar a ese punto se le tuvieron que romper a Mourinho muchos hilos en semifinales.
Con la asistenta a la antigua usanza de Vallejo, a ver quién pillaba ese balón llovido del cielo, ha merecido la pena ver el partido en un bar o piratearlo dándole más emoción a un concierto a la misma hora del fútbol. El fútbol también es ver a Vallejo feliz, no todo es juego bonito o excelencia barcelonesca (prefiero el triunfo con riesgo que el querer controlarlo todo como hacía Guardiola).
El fútbol cobra sentido cuando el Vinicius adolescente emerge ante la burla, el Inter de Acerbi ajusticia a los compra árbitros o el Madrid juega con tres titulares y gana en el último minuto. Nunca nos ha llenado del todo Nadal cuando ha ganado fácil.
Hoy ha sido una noche casi tan épica, como cuando se remontó al Manchester City sin Kroos, Modric y Casemiro, terminando el partido con Vallejo. No hay mayor emoción que tu vida deportiva esté cogida de un hilo y llegue un canterano y la meta en el descuento. No sabemos lo que ocurrirá en los próximos días (es como la fé quijotesca del cristiano que haciendo el bien, aunque pierda la batalla en este mundo, siempre vive con ilusión y con esperanza en la victoria final) pero noches como la de hoy son las que han hecho que la época de Ancelotti haya sido impagable por mucho que el fútbol de élite sea del dinero.
Señor Hughes, sus crónicas hacen este sufrimiento llevadero. Muchas gracias.
Discrepo con Usted y Heladio en lo referente a Vallejo. No es más que un Mariano, eso sí, menos moreno y fiestero.
Pero sus cromos se cotizan poco, màs bien nada. Este año ni aparece. A diferencia de Mariano, que siempre apareció, incluso en su época más “Ábalos”, Panini Adrenalyn (que así se llama la colección de ahora) le ha cortado la cabeza.
Y Jacobo, qué quiere que le diga….. Espero que tenga Usted razón como tantas veces….
Con este final de temporada se le quitan a uno las ganas.