Como producto de la crisis, Güler en el once y Rodrygo fuera de nuestras vidas.
El Madrid guardaba un minuto de silencio por el Papa Francisco y luego salía a presionar arriba, lo que merecía la visión de dron. Por primera vez, el Madrid se hacía equipo de dron, digno de verse desde arriba, aunque con la guerra de Ucrania esa visión cenital de mucho miedo.
El Celta jugaba con cinco atrás e intentaba salidas hacia Borja Iglesias, con su gran barba de archimandrita. Es una barba de moda en España. Es una barba como de talibán de lo normal, talibanismo normie, que se diría ahora y que además es el caso de Iglesias, que va de nueve solidario por la vida.
La presencia de Güler ya se notaba. Intentó una volea a pase de Vinicius y colocaba los saques de esquina con más precisión. El Madrid se hace más peligroso en los tiros de esquina (así se dice en Sudamérica, creo).
Estaba bien Vinicius, aunque luego se apagó un poco.
El Madrid intentaba presionar arriba, para lo cual era importante minimizar el lapsus entre la pérdida y la presión. Bellingham, que lucha mucho, por ejemplo, tiende a lamentar mucho las pérdidas, lo que ralentiza la reactivación. ¿Puede ser que a mayor inventiva o ilusión puesta en la jugada (genio, idea, skin in the game) mayor sea la frustración y más lenta la vuelta a empezar?
O de otra forma: ¿puede el genialoide reaccionar inmediatamente cuando le sale mal la 'genialidad'? El ingenio fracasado siempre provoca una pequeña debacle, al menos una decepción mayor que la del juego formulario.
Estaba muy bien también Tchoauméni, al que se le nota mayor seguridad en su juego. Él sí ha ganado un título: convencer al Bernabéu, vencer una cerrazón muy importante. No sabe Tchouaméni hasta qué punto es una proeza...
Vimos que las ganancias del año han sido Tchouaméni (sobre el público), Arda (sobre Ancelotti) y Asencio (sobre el hospital de campaña de la defensa).
Güler estaba en la derecha y se barruntaba uno si no estaría mejor permutando con Valverde.
El Madrid pasó a unos minutos de ataque torpe, oscuro, en el que se veía sobre todo a los laterales. ¡Cuánto de albañilería hay en el sprint de Fran García! Tiene el correr riñonero de los jugadores de barrio. Sprint de pobre.
Pero el suyo y el de Lucas era lo que más veíamos durante un rato, señal de que el Celta triunfaba al defender.
¿Se puede atacar realmente bien sin laterales? Lucas y Fran, esforzados de la ruta de su banda, han hecho lo que han podido, que es bien poco, y el Madrid ha estado siempre alicorto, manco. Esto puede haber lastrado todo lo demás porque los laterales son parte del ataque.
A la media hora, Arda sacó un córner que se quedó en corto y al recuperarla en la esquina del área la clavó en la escuadra. Miró antes y la puso, rozando un poco en Marcos Alonso (que es talmente su padre con el plus generacional de diez centímetros más y una melenita censurable).
Fue un escuadrazo de Güler, que volvía a mostrar lo potente de su zurda. Aunque en este partido no era eso lo que andábamos buscando. Pero ojo: estamos ante un interior con densidad de organizador y con gol.
Al poco se le vio yendo al centro, donde buscaba, él sí con mirilla de dron, los movimientos de Mbappé; y ese mirar incitaba el coleteo de Mbappé, le daba vida, le despertaba, estimulando sus desmarques.
La cosa en Güler ha cambiado porque estando en la banda ya no se encajona del todo y pisa el centro. Manda aun con timidez, pero le dejan coger las riendas de los caballos y ¿no las coge mejor que los demás? Tiene cara de pequeño emperador que pudiendo ser cruel y caligulero se quiere dejar enseñar y aspira a la sabiduría.
En el Madrid puede ser el verano de la zurdez. De la negritud (que no rechazamos) a la otra lateralidad: Nico, Franco Mastantuono y Arda...
Había un buen zurdo en el Celta, Fer López; alto, elegante y preciso.
A los pocos minutos llegó el 2-0. Una contra que nace en Courtois, pasa por Ceballos, asiste Bellingham y Mbappé controla y la clava en el mismo sitio donde la clavó Güler. Mbappé partió de su campo, evitando así el fuera de juego falangista (por una falange del pie dibujada en el VAR)
Había facilidad en las contras, una claridad de mente mayor, como si se hubiera pasado una bruma o la ilusión del cambio alegrase las piernas.
Del descanso volvieron más o menos igual, y lo apuntado se materializó cuando Güler, yéndose un poco hacia dentro, supo ver muy fácilmente el desmarque de Mbappé, que entró en el área, controló y batió al portero con su tiro cruzado registrado. Los últimos metros del pase de Arda tuvieron una cualidad de pelota de golf, la pelota se fue acercando magnéticamente a la carrera del francés.
Con 3-0, había algún jugador apercibido que proteger para el Clásico (TChouaméni) pero Ancelotti no tiró por ahí. Quizás no había otra cosa que ventilar, y sin embargo, el equipo se fue cayendo, así que algo de razón tenía el entrenador.
Aun hubo algo de vida. En el 56, una ocasión de Güler tras robo de Bellingham y pared con Mbappé, que certificaba una sociedad, un entendimiento entre el delantero y el zurdo turco (eco lejano de aquella entre Guti y Ronaldo). La jugada alcanzó una de las más altas velocidades de la temporada. La pelota se movió a la velocidad de las neuronas.
La sensación es que Arda es mejor cuanto más al centro.
Con 3-0 y habiendo visto a Güler, ya no quedaba mucho más.
Entró Jacobo Ramón, buena planta a falta de meses de gimnasio, y Modric y Aspas, un siglo de fútbol de repente. El efecto del segundo fue mayor, porque fue como si entrara Maradona.
Nada más entrar dio un pase visionario a Williot para el 3-2. Antes había marcado Javi Rodríguez en un córner que no era.
Pero el pase de Aspas abrió una nueva fase en el partido. Era una genialidad porque se colocaba entre líneas, escondía la pelota, la sacaba con giro de tobillo y dejaba solo al compañero.
Aspas nos devolvió a la pasividad madridista y pudo haber empatado.
El Madrid volvió a ser el equipo partido, individualista y sin acierto arriba y llegó a defender con cinco, Brahim de refuerzo del lateral Lucas Vázquez. Imágenes sin duda para olvidar...
Como sería la cosa que el Madrid tuvo que tirar de los pulmones serranos de Fran García.
La debilidad en los choques de Modric era lastimosa. Salía despedido como los vencidos de los videojuegos.
La pelota era del Celta, aunque hubo una mano de Marcos que el VAR despreció.
La sensación de esos minutos fue de pérdida del ángel. Se desangelaron: Mbappé volvió a sentirse gafado; Vinicius errático y Bellingham luchaba sin ser claro arriba...
Quizás lo explique el cansancio o la desestructuración. Cuando el Madrid es sólido, el ángel se conserva. El desorden desangela y desdibuja. El correcalles no ayuda al crack. Es una impresión repetida.
Ceballos, ya sustituido, lo miraba todo desde la banda, como tantas veces. Empieza a ser un plano recurso. Es el jugador que mejor mira, que más sufre al Madrid. Lo mira como miran los parientes del torero, lo mira como un hermano.
El Madrid acabó no sé si pidiendo la hora pero sí sintiendo mucho el reloj. Bellingham tuvo aun un 3 para 2 (y los tres eran él, Vini y Mbappé) y se dejó robar a pelota. Era el des-angelarse del Madrid todo el año.
Victoria por la mínima, imprescindible para ir a casa de los impunes a discutirles la copa que quieren birlar y queremos esconder. Juego a ratos, ganas a ratos, destellos a ratos y carajas salpimentando.