Sin Huijsen, sin Trent, aun quedaba 'la idea': los tres atrás, la nueva disposición, el cubismo, así que al verlos sobre el campo algo fallaba: ¿no es eso una línea de cuatro? ¿no está Güler por la derecha? ¿No son tres arriba con Gonzalo haciendo de Rodrygo? El Madrid se parecía bastante al del año pasado, que en realidad es el mes pasado.
La defensa de cuatro ya parece algo antiguo, vulgar y decepcionante, pero al ver eso... ¿no era un 4-3-3? ¿otra vez el 4-3-3? Parecía muy audaz todo para jugar contra el PSG. Es verdad que Xabi Alonso es un hombre que ha plantado cara a la Agencia Tributaria, pero la Agencia Tributaria no tiene a Vitinha...
Ya en el minuto 4, Courtois salvó un gol y Doué hizo sadismos a Fran García. Desiré Doué es un nombre para triunfar en la vida.
Gonzalo, Fran... bien mirado, la gran novedad del Madrid era ser el de los García.
Luchaba el Madrid entre dos inclinaciones: la presión alta y el bloque bajo, así que en los momentos buenos había indicios de contragolpe y en los malos, un desierto en el mediocampo.
Había una endeblez bonita que ya habíamos visto en Xabi Alonso y que podía ser buena o no, quizás no, pero que fue pinchada por el más afilado realismo. Asencio regaló una pelota, otra, para que marcara Fabián. Antes del error del jugador más jaleado por el pueblo, Doué había abusado de nuevo de Fran García.
Asencio volvía a poner esa cara suya de muchacho de Texas con cazadora de borreguillo al que la rubia ha dejado y que monta una escena en la cantina, junto a la mesa de billar mientras suena country de fondo. Es la cara de coger su camioneta y salir pisando el acelerador...
Pero Asencio no estaba solo en su perdición porque a los pocos minutos, más bien minutillos, Rudiger hizo otra pifia monumental para que Dembelé marcara el 2-0.
Con Rudiger siempre pienso en lo de Gil de Biedma: "Podría recordarte que ya no tienes gracia"...
Estos dos fallos deberían significar algo: ventas o fichajes o las dos cosas. Todo lo que no sea la vía Huijsen resulta inaceptable. ¡Ya está bien de bajo CI! El Madrid obliga a una especie de eugenesia. Todos los que tengan un coeficiente intelectual de votante de Sumar, a la calle.
Sin Huijsen, el fracaso en la salida era total. Yo ya lo dije (¡yo siempre ya lo dije!): no imagino mi vida ya sin Huijsen. El PSG dejaba la vía Asencio, y eso, a qué decir, era como los caminos del GPS por los que la gente acaba en un barranco.
Sin ilusiones ya, devueltos a sensaciones pasadas, apareció Vitinha con su pelo de concertista.
El Madrid aun quería presionar arriba, pero los laterales parisinos salían de ella con los carrillos llenos de fútbol, cargados de espacios, y nadie les seguía. Hakimi llegaba solo, como tantas veces el año pasado.
En la tele llamaban "el tolosarra" a Xabi Alonso pero necesitamos que sea "el tolosabe".
En la única que tuvo Vini apareció Nuno Mendes como una flecha. Es como si Luis Enrique hubiera convertido su mala leche, su bordería, en velocidad de sus futbolistas. Ha conseguido eso. Tiene una máquina que convierte su prognatismo en velocidad.
Ahora mismo, eso es la energía más renovable que hay...
En el minuto 23, Mbappe ya intentó la individual, la de Marco Polo. Si nos girábamos hacía la banda, ¿habría una ceja incrédula mirándonos?
Había en ese instante bastante oscuro una lucecilla en El Pardo: una semipresión arriba, más que presión, un posicionamiento que el PSG, cruel, volvió a superar con facilidad pasmosa en el 3-0 de Fabián.
Minuto 24 y ya 3-0. Xabi, bloque bajo, le decíamos todos. No seas suicida. ¡Tira la toalla!
Porque lo que tenía el Madrid ante sí era demasiado. El Madrid se rompía, pero el PSG era compacto como una pelotita de goma que Luis Enrique apretara maniáticamente, y su núcleo, su centro y su motor es Vitinha, que le da una elasticidad asombrosa.
Al ver a Vitinha vemos las cosas que no tiene Arda. No solo darla, sino tenerla. Porque para darla mejor hay que tenerla un instante antes del no tenerla.
Pero ¿qué hacía Güler tirado a la derecha?
El partido era un recinto cerrado en el que solo entraba el PSG, y el Madrid solo podía jugar o estar por fuera. El PSG era una forma, una figura geométrica moviéndose por el campo por el sensor de Vitinha y el Madrid eran unidades exteriores que no entraban dentro, que no podían participar, como alfeñiques sin acceso a la jaula del baloncesto.
De la ilusión de presión se pasó a la depresión; la pelota ni se olía y Mbappé intentaba su saltito de la rana.
Había un plano de Xabi Alonso. Fijémonos, porque muy pronto le veremos convertirse en Perico Alonso, su padre.
El Madrid tenía un 22% de posesión y no existía físicamente el mediocampo. En casa del mediocentro organizador, cuchillo de palo.
Cogía Vitinha la pelota muy abajo y le querían presionar Vini y Mbappé, pero formaban entre los dos un biombo de papel que Vitinha destrozaba como un preboste socialista saliendo de la camilla de masaje hacia el jacuzzi.
El consuelo era Fran García, la identificación con su correr de pobre. Un jugador para un pueblo, a la altura de nuestra moral y nuestro poder adquisitivo.
Yo me creía superior a él... ¡y un jamón!
Vitinha no es solo Vitinha, es también Neves, su negativo. El efecto es como si el rival estuviera grogui, topuliazado, y viera doble.
El Madrid llegaba sin ánimo al descanso. El único consuelo era pensar que estaba pasando en un lucrativo torneo de verano. Nada más.
Tan sobrado está Luis Enrique que al sacar no quiere la pelota. Quiere la presión. Se la regaló al portero, Courtois, que la rifó.
Muy pronto marcó el PSG, un gol insultante felizmente anulado. Se rozaba y superaba el ridículo.
Otra vez la sensación de tridente impotente, de cracs desangelados. Personalismos inútiles, fútbol antiguo. El individualismo choca contra algo colectivo y todo parece más lento, débil, viejo, caprichoso.
Reconozcámoslo: las virtudes que hemos aprendido a valorar en el fútbol son ya colectivas. Un virguero nos parece solo un poco mejor que una foca. Ya no le veríamos la gracia ni a Maradona. Cuando el Madrid se desconecta y sus cracs lo intentan solo vemos fracaso, malas elecciones, como divorciados intentando agradar a la hija con una triste cucamona sin efecto.
Luis Enrique hizo cambios antes, otra vieja sensación. Entró Barcola, igual de rápido pero al menos agarrable por sus trenzas.
En el Madrid se preparaban Modric, Brahim y Militao. Lo único disfrutable eran los pases de Güler, aunque se miraban como los triples del baloncesto, como trayectorias azarosas. En cierto modo, ¿no era eso también un individualismo? El pase al hueco es el individualismo de Güler, nada más.
El PSG era mucho PSG, una roomba lanzando cuchillos.
Volvía Carvajal y entraba Lucas, otro adiós. Exfutbolistas, excojos, extrellas... El mismo Madrid de todo el año.
Y como nos hemos acostumbrado a que sea apalizado, y se ha desarrollado una gran capacidad para olvidarlo, el PSG marcó el cuarto, Gonzalo Ramos entre jugadores merecedores de algún grado de invalidez, un gol humillante para llevarse el guantazo impreso en la cara y para recordar que eso, eso que sacó Xabi, más o menos, era un edificio declarado en ruina donde no se puede entrar ni volver.
Antes del partido, el trabajo de Xabi parecía haber logrado algunas cosas. A ellas hay que agarrarse porque todo lo demás merece demolerse: viejo dibujo, viejas inercias, toda la defensa y los carteles estelares que arriba dicen Hollywood. Parte de su trabajo requiere dinamita.
Un PSG engrasado se midió con una máquina que no va fina pese al reciente cambio de taller mecánico. Y nos midió, nos peso, talló y evaluó y no pasamos la prueba, ni cerca anduvimos. Como somos arrieros, ocasiones habrá para confirmaciones o revanchas. Llegar al olimpo es arduo, mantenerse en él arrasador y volver alcanzarlo una proeza. Bueno, hay tarea por delante y ninguna garantía, la crítica desahoga pero solo la de los decisores cuenta.
El Bayern sometió a este PSG hace unos días. A base de mayor intensidad y mejor colocación. Fue incluso más equipo. Y mereció más. Hasta ahora Alonso ha sido un cobarde. Contra un rival fuerte por el medio, los 3 más los laterales, saca la na. Un Guler que parece de fútbol liliputiense, elevado por la prensa y un Jude que lleva temporada y media sin hacer gran cosa, otro protegido, y luego 3 arriba. Ni presión ni balón. Y todo por cobardía.